El juego prepara a los niños pequeños para desarrollar habilidades como la autoestima o la atención, al mismo tiempo que fortalece sus relaciones afectivas y sociales.
A través del juego, los niños se ven obligados a expresarse, escuchar, prestar atención, usar las palabras correctas, mejorar la pronunciación, ampliar el vocabulario, habilidades básicas de comunicación que son más fáciles de aprender para los niños.
La imaginación y la creatividad en el juego son fundamentales para el desarrollo cognitivo de los niños. Parece que los niños que juegan regularmente tienen una salud mental más positiva, relaciones emocionales más sólidas y amistades más sólidas que los niños que juegan con menos frecuencia.
El juego permite a los niños conectar nuevas experiencias con cosas que ya conocen. Imitar lo que hacen los adultos o explorar para descubrir por qué algo es interesante es una de las mejores maneras para que los niños amplíen sus conocimientos.
Jugar con otros niños y adultos ayuda a los niños pequeños a aprender cómo funcionan las relaciones sociales. Además, la experiencia les proporciona un contexto, brindándoles el conocimiento que necesitan para operar en ciertas situaciones. Por lo general, cuanto más juegan los niños, más amigos tienen.
El impulso de participar en el juego hace que los niños se concentren en sí mismos y se preocupen por comprender lo que están haciendo, qué relaciones se necesitan para desarrollarlos y cómo jugar con los demás.
La curiosidad es uno de los grandes beneficios del juego en el aprendizaje de los niños, ya que cuando se les da la oportunidad de jugar e interactuar con otros, tienden a buscar nuevas posibilidades y desarrollarlas, desarrollar hipótesis que deben articular a otros niños o adultos.
Además, el juego prepara a los más pequeños para desarrollar habilidades como la autoestima o la atención, al mismo tiempo que fortalece sus relaciones afectivas y sociales.